La terminal: la imagen del merodeo

Alejandra Portela
Leedor
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3 min readMar 26, 2024

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Desde el 4 de abril en Sala Lugones

Hace muchas películas, (El limonero real, La orilla que se abisma, La casa), que Gustavo Fontan tiene la capacidad de hacernos detener en medio del vértigo. Para quien ni si quiera se lo cuestiona, que se entere que el mundo tiene sonidos que están ahí para ser escuchados, formas y sombras para ser adivinadas.

Este mundo (sobre todo este país) de las praxis absurdas no es el mismo que hace apenas 7 meses, cuando La Terminal se estrenó en el marco del DocBuenosAires. Hoy, increiblemente, la imagen parece haber adquirido otro status: el de ser fácil o difícil, incluso el de servir o no servir, o el de solo responder a un sistema de financiamiento que parece el peor de todos.

Puede resultar sencillo colocar una cámara en una estación de micros y observar, luego editar, luego colocar voces que mencionen historias de amor. ¿Qué es una imagen fácil? ¿La que es simple por la simpleza de lo que muestra o por la sencillez de su realización? ¿La que se genera así nomás? ¿La que no está hecha de pico y pala (literalmente)? El cine argentino está en el banquillo de los acusados en un país que de pronto le está dando la espalda, y se tienen que escuchar estas cosas.

Y viene Fontán, y “provocadoramente ”, construye una imagen del merodeo: el que puede hacerse en una pequeña estación de provincia en cualquier momento del día, de modo que esas horas se diferencien por el movimiento, o la luz y el espacio como una sustancia única. No uso el concepto de merodeo al azar. Además de parecerme una palabra hermosa, está saliendo en estos días el libro Cuadernos del merodeo y es un concepto que le va bien a esta imagen y a esta obsesión por reafirmar la relación entre teoría, poesía y cine. Es que la pregunta sobre qué es la imagen y qué es el cine siempre está vigente, y esto tambien nos viene a recordar el cine de Fontán.

Espiar la espera detrás de los vidrios de la estación, habitar durante largos segundos aquello que habitan los reflejos de los vidrios, los metales, o los ojos y el recorte del plano fragmentado, siempre fijo, en definitiva bien contemporáneo.

Para sorpresa, sobre la imagen cada tantos minutos distintas voces en over, como haikus, citan amores perdidos o extraordinarios. No parece esa intervención tener un modo narrativo sino, al contrario, forma parte del todo poético que Fontan propone. ¿Qué relación hay entre el amor de esas historias y ese no lugar que es una estación terminal?. El documental, ensayo en sí mismo, nos empuja a preguntarnos eso y bastante más.

El film tuvo su premiere mundial en el FIDMarseille, antes de participar en el Yamagata International Documentary Film Festival y la última edición del DocBuenosAires.

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Alejandra Portela
Leedor

Licenciada en Artes de la Universidad de Buenos Aires. Decana de la Facultad de Artes de UMSA. Directora de Leedor.com. Forma parte de Fundacion Cineteca Vida.