Javier Zevallos habla sobre Estilo Libre

Alejandra Portela
7 min readMar 14, 2018

Insistimos siempre que, ademas de la de los cines comerciales, hay otras pantallas. Todos los sábados de marzo en el Centro Cultural Recoleta se proyecta el documental argentino Estilo Libre. Tuvimos ocasiòn de conversar con uno de sus directores, Javier Zeballos, director de la notable Fuga de la Patagonia (2016)

Alejandra Portela: Este sería tu segundo documental musical, Javier, después de Los boys que nunca se estrenó? ¿qué pasó con eso?

Javier Zevallos: Los Boys fue mi primera película. Juan, el otro director, hizo la foto y la cámara y también era su primer película. Tuvo su estreno, pero muy acotado, como suele pasar con este tipo de producciones. Estuvo en algunos Espacios Incaa, en salas altenativas, en Festivales. Pero es muy difícil generar visibilidad para un documental chico, más siendo el primero y hecho por gente que recién empezaba. Lo más lindo del estreno fue llevar la pelicula al Espacio Incaa de Palpala, jujuy, que es donde se había filmado. Reinauguramos ese espacio, que es un cine increíble construido por Perón, con capacidad para 1200 personas. Y llenamos la sala. es el estreno más lindo y memorable que tuve hasta la fecha.

AP: ¿Cómo conociste a Matías? y como te involucraste con el tema?

JZ: A Maty lo conocimos justamente durante la proyección de Los Boys y que también tiene al hiphop como tema, pero a través del baile. Matìas había salido de prisión hacia muy poco tiempo y unos amigos que también se dedican al hiphop lo llevaron a ver nuestra película a la Biblioteca Nacional. Al terminar la película, nos presentaron y

Matias nos contó brevemente su situación. Incluso sus amigos nos trajeron unos recortes de diarios y revistas que contaban su historia. Ellos fueron los primeros promotores del documental. Después lo fuimos conociendo, nos invitó a su cumpleaños,

lo fuimos a ver varias veces a su barrio ya con la idea de hacer una película y se fue dando una relación de amistad y de respeto mutuo que fue derivando en una película.

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AP: ¿Cómo fue el proceso de producción?

JZ: El proceso fue como el de muchos otros documentales. Al principio fue de investigación, de acercarnos al personaje y su entorno, de establecer lazos, de juntar datos, filmar un poco pero muy pausado. Luego presentamos el proyecto al INCAA y recibimos apoyo. Lo seguimos filmando un tiempo más en su barrio y en algunos recitales. Lo que nos pasaba era que este material se nos hacía muy trillado y nos parecía que movía el foco de lo importante, que es el proceso creativo de Matías en tanto artista independientemente de su situación. Y que es un proceso mucho más instrospectivo, reflexivo e interesante de lo que mostraba su cotidiano en el barrio.

Luego, Maty nos contó que estaba yendo bastante a la costa con su novia, a la casa de su suegro y que allí se sentía muy bien, que era un espacio suyo muy personal y emotivo. Entonces nos dimos cuenta que ese era el espacio que queríamos mostrar, y armamos un rodaje de 3 semanas coincidiendo con un viaje suyo a Santa Clara. Durante ese viaje él tenia pensado escribir, reencontrarse con viejos amigos y desconectar un poco. Y ese viaje terminó ocupando toda la película.

AP: La idea de relacionar el paisaje marítimo con el hip hop es muy interesante. Mas allá de la circunstancia que lo llevó a Matías a ese lugar, me parece que hay una tensión ahí, algo inexplicable. Qué pensás?

JZ: Como contamos antes, al principio lo filmamos mucho en su barrio, Villa Madero. Ese material finalmente no lo usamos, porque en ese ambiente, entre sus amigos, pintando y curtiendo la calle, sólo se veía una cara de Matias, la más extrovertida, la

más caótica y la que en general se asocia con pibes marginales del conurbano. Que si bien es un aspecto real de él y que lo conforma, es también el más trillado. Lo que fuimos descubriendo detrás de eso, que fue lo que más nos impactó, es que Matías tiene otra faceta: es sumamente sensible e introvertido. Maty cursó bellas artes antes de ir preso y en la prisión trabajó en la biblioteca. Para rapear y componer él reflexiona mucho sobre las palabras, no sólo el significado, si no cómo suenan, cómo caen en la métrica, etc. Nos pusimos a leer sus letras por fuera de la música y cuando las leés así encontrás un montón de cosas que quizás están más relacionadas a la poesía o a una especie de crónica rimada.

Entonces, al acompañarlo a uno de sus viajes al mar, encontramos un escenario perfecto para mostrar ese aspecto. Un espacio mucho más intimo, de reflexión y creación. Nos pasa que mucha gente al ver la película nos dice “¿Que hace un pibe rapero de Madero en el mar? ¡Acá falta barrio, esto no es real!” Para nosotros, esta es una aseveración es un disparate que surge de los prejuicios y que, paradojicamente, en general es traída a colación por gente muy bien pensante. Si Matías fuese un pintor, un guionista o un escritor de ficción, nadie pondría en duda su retiro creativo. Pero como es un pibe marginal del conurbano, ven algo raro. Y eso es lo que más nos interesaba mostrar: Matías -como tantos otros raperos, cumbieros, lo que uno quiera poner- al producir obra, pasa por procesos de profunda reflexión personal. Se expone a sus propios miedos, se encierra en sus pensamientos, se aísla y sale de ahí con algo que mostrar, con algo que darle a los demás. Independientemente de cuales sean sus temas, su entorno, su condición. Es algo con lo que los que hicimos esta película podemos empatizar porque también es un situación que transitamos una y otra vez, quizás desde otro contexto, pero con las mismas ganas. Al filmar a Matías pasar por su proceso, nosotros también estábamos pasando por uno propio, que era hacer y reflexionar sobre la película que estábamos haciendo. Influenciados por él, por el mar, por la convivencia y por otras situaciones que terminan dándole forma a lo que uno hace y a uno mismo.

AP: La música incidental es muy bella, está construida en base a los fondos de las letras?

JZ: La música incidental la compuso Juan, uno de los directores, que también es músico. Está producida de cero por él para la película y no se basó en los beats de los temas de Matías. La idea de la música era reflejar este estado de introspección y de reflexión en el que uno entra cuando crea. Una especie de limbo, en este caso algo melancólico. Y está relacionada íntimamente con los paisajes vacíos y con cierto ritmo visual y compositivo que se ve en la película porque Juan también hizo la fotografía y la cámara. Es una opinión sobre el estado emotivo de Matías pero también es un reflejo del estado de Juan en esa situación y de su búsqueda estética personal. Está compuesta con la misma idea que el resto de la película, que es salir del cliché de lo que se asocia con el rap y mover el foco hacia un lugar más hetereo y universal, de pura percepción. Algo que quizás tenemos todos en común, por debajo de la manera en que luego lo volquemos a las obras.

AP: ¿Cuál fue el recorrido del documental y cuáles son los planes despúes de sus exhibiciones en Recoleta?

JZ: La película se estrenó en el Fidba y todavía está en proceso de pasar por festivales. Luego del Recoleta, va a estar en Abril en varios espacios INCAA y en algunas salas alternativas. La idea también es mostrarla en algunos espacios y eventos que son específicos de la movida del hiphop. Pero, como ya casi todos sabemos, el panorama de estreno para este tipo de películas es muy acotado y muy difícil, así que se hace lo que se puede con lo que se tiene.

AP: ¿Con qué tipo de cine te sentís identificado y con què tipo documental en particular?

JZ: Somos dos los directores de esta película y compartimos un montón de gustos pero también tenemos una manera de pensar las cosas muy distinta. Mi hermano Juan, que viene de la fotografía fija y de la música, quizás tiene una aproximación mucho más sensible o poética a los materiales, que a mi me resulta increíble. En mi caso, mi aproximación es mucho más cerebral y casi siempre apunta a la formación de sentido. Esto también muchas veces se refleja en nuestro consumo cultural. Creo que cuando trabajamos juntos, se da una tensión que nos sirve a los dos, que nos alimenta a los dos y que surge también de la admiración mutua y de conocernos de toda la vida. Por eso, en el caso de esta película intentamos manejar referencias en común que son igualmente variadas: el documental subjetivo de Chris Marker, los paisajes musicales de Steve Reich y Brian Eno, cosas de Jarmusch, cosas de Pessoa, un poco un rejunte enorme de cosas que por suerte luego se deforman en tu película y se hacen propias.

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Alejandra Portela

Licenciada en Artes de la Universidad de Buenos Aires. Decana de la Facultad de Artes de UMSA. Directora de Leedor.com. Forma parte de Fundacion Cineteca Vida.