#DocBuenosAires 2018: Entrevista a Javier Olivera por La extraña
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Hoy se preestrena en el DocBuenosAires 2018 el ultimo film de Javier Olivera. En la vía de la experimentación y el documental de creación, La extraña explora el tema del viaje y el exilio y lo hace de un modo que dificilmente podamos dejar de preguntarnos hacia dónde vamos.
. Charlamos con Javier sobre su pelicula.
Alejandra Portela: ¿Qué es La extraña y como llega este film en tu carrera como cineasta y como artista?
Javier Olivera: Siempre es difícil definir lo que se hace. Diría que es una obra que sucedió. No fue preconcebida en el sentido más cercano a la ficción, en donde se piensa, se escribe, se produce y se filma. O ni siquiera como un documental clásico en donde uno se propone investigar sobre un tema y de los materiales construye algo. El orden en La extraña fue al revés: comencé a montar imágenes y sonidos de mi archivo personal, de material existente, y particularmente usé videos de un proyecto de 2014, This is just to say, un proyecto de video correspondencias que compartí con Andrés Denegri, Gustavo Caprín y Gustavo Galuppo. Como estos videos tenían la impronta de un diario o una nota personal (por eso se llama como el poema de Williams, que tiene ese tono cotidiano, íntimo), noté que muchos de mis videos remitían a la idea del exilio voluntario, del estar fuera de lugar (ese año me había mudado a Montevideo y fue un momento de mucha incertidumbre). Entonces comencé a montarlos con otros materiales, y lentamente se fue gestando un discurso sobre el estado emocional durante el auto exilio. Noté que muchos planos que había rodado sin ninguna intención tenían esa energía, el aura Benjaminiano, tenían impresa la pregunta: ¿será éste mi lugar? Luego fui sumando una entrevista que había hecho al psicoanalista uruguayo Marcelo Viñar para una obra comisionada por el Museo MAPI de Montevideo. Había quedado sin usar una cantidad de material muy rico que hablaba de su propia experiencia de exiliado y sobre la fragilidad del concepto de identidad, etc. Más tarde encontré la entrevista a Atahualpa Yupanqui. Por eso ésta es una película sobre el devenir construida en el puro devenir libre del montaje, asociando imágenes y sonidos; textos y voces.
En cuanto a cómo encaja en mi carrera, sinceramente nunca me preocupé por una carrera, más bien me importa mucho no dejar de ser honesto con lo que hago, y que conmueva. Creo que hay demasiadas películas en este mundo, entonces me preocupo mucho porque lo que hago lo sienta necesario para mí y que a su vez tenga la suficiente universalidad para que el público conecte y lo movilice.
AP: El tema es el viaje exterior pero también el interno, y el relato está conformado por lugares y de ciudades y de porciones de ciudades pero también hay mucho lugar interno. ¿Qué función tiene la voz narradora en ese juego entre lo externo y lo interno? y que sea mujer, que sea extranjera, que siempre esté de espaldas.
JO: Efectivamente, la película tensa la cuerda entre lo interior y lo exterior, entones el paisaje se vuelve interior y la voz en off exterioriza pensamientos, estados emocionales. Había unos textos propios y citas de filósofos y poetas que me interesaba incorporar, entonces la voz en off podía transmitir y a su vez volver esos textos reflexiones de una persona, la extraña como personaje que “vive” las emociones planteadas: el desarraigo, la incertidumbre, la entrega a lo no conocido. Y a la memoria.
La elección de una mujer de espaldas es porque me interesaba ver un cuerpo en los espacios extrañados del exilio. SI vemos la cara ya la identificamos como alguien en particular. Y más que un personaje, quería un cuerpo. Y de ahí viene el cuestionamiento de las fronteras, el juego de las siluetas como fronteras de un cuerpo. El cuerpo como territorio propio, como “tierra que anda”. Que sea extranjera es kármico, ya que la extraña es la cantante española Gabriela Duyos, y además mi pareja. Ella, sin actuarlo, venía padeciendo la incertidumbre del auto exilio. Yo no la puse a actuar para la cámara. Ahí yace el valor documental de la película: por más estilizada que está desde el montaje y la relación entre la imágenes, no deja de ser un registro documental de una mujer en el proceso interno de su auto exilio. Al ser mi pareja tuve un grado de intimidad y entendimiento porque a mí también me pasaba lo mismo. Entonces se puede pensar la película como un autorretrato mío a través de ella.
AP: Me llama mucho la atención esta idea de no lugar que hay en el film. Se puede adivinar (a veces apenas) de qué lugar se trata pero se evita cualquier referencia explicita. Cómo pensaste eso?
JO: Hay un momento en la vida nómade (esto es mi propia experiencia) en que ya los lugares se confunden porque uno ha desarrollado una suerte de espacio interior. Por eso la película propone un axioma: uno, su cuerpo, su memoria e identidad, son su propio territorio, su propio espacio, su propia patria. O dicho de otro modo: uno viaja, se exilia, para romper su yo como construcción cultural para luego reconstruirse a partir del bagaje elegido de experiencias, vivencias, lugares y la memoria de todo eso.
Como decía antes, los recorridos por distintos paisajes -junto a la banda sonora- sugieren ir hacia dentro, es un viaje introspectivo más que un paseo tipo turístico.
AP: Qué bueno ese primer plano de la llegada al puerto de Montevideo (o salida) tiene un tempo que creo que no tiene ningún otro dentro del doc.
JO: Sí, como todo en la película, surgió de casualidad. Yo iba ido a rodar un documental sobre una isla que hay cerca a la costa de Montevideo. A la vuelta iba en la proa del barco con la cámara sobre el trípode. Cuando vi las grúas a medida que nos acercábamos al puerto, hice un encuadre amplio y la puse a grabar. Y afortunadamente el plano quedó perfectamente encuadrado y es muy potente. La duración es único en la película pero me parece que es una buena entrada a un tempo que tiene el relato, como una transición hacia lo que viene.
AP: Y las imágenes de archivo? de donde salieron y por qué ese uso, algunas de cine mudo por ej.
JO: La película está construida con materiales que van desde planos en full HD, transfers de Super 8, video DV, tomas con celulares de baja calidad, dos películas argentinas en blanco y negro, una entrevista de la TV española, etc. Digamos que es un elogio al Lo FI, y esto sí es un gesto estético muy evidente, casi contestando la proliferación de una imagen anabolizada, hiper retocada, en 4K u 8K del cine de Hollywood. A mí me interesa la belleza de la degradación y en ese sentido, los distintos formatos y su degradación por haber sido “exiliados” de sus orígenes, generan unas texturas que para mí son muy expresivas. Son dramáticas. Cuentan.
AP: ¿Cómo fue el trabajo con el material? ¿Qué tipo de cosas tuviste en cuenta a la hora de unir imágenes y sonidos?
JO: Sólo tuve en cuenta esa frase de Bresson que dice: “más que las imágenes, lo que realmente importa es la relación entre las imágenes.” Lo que se produce entre un plano y otro. En ese “entre” aparece el sentido, una especie de magia en la que uno cuando lo monta es el primer sorprendido del sentido que genera. Esta película no se podía haber guionado porque se hubiese matado la posibilidad del “entre”. Y la suma de los “entres” van construyendo algo así como un montaje subterráneo, algo que motoriza el relato de forma no evidente pero en el que radica el espíritu, algo que no es ni estético ni discursivo. Es un algo más misterioso y atractivo.