#33MdqFestival: Crítica de La cama, de Mónica Lairana

Alejandra Portela
2 min readNov 12, 2018

La cámara no ingresa a esa habitación donde dos cuerpos mayores intentan hacer el amor y el intento se transforma en imposibilidad. La cámara queda del otro lado de la puerta, nos hace testigos infidentes, eso sí, pero fuera del marco. El plano es fijo, y su permanencia puede ser un momento incómodo para el espectador: son cuerpos desnudos de dos personas de más de 60 años. Han pasado la vida juntos, viven en una casa llena de cosas, enorme casa con un jardin, un perro y un gato (ausente), hay una hija del otro lado del teléfono.

Conocemos la audacia de Lairana, sus cortos Rosa y María tienen el mismo tono, el mismo punto de vista de la cámara, la misma preocupación por los cuerpos, el deseo, el sexo. En su ópera prima, que no por nada lleva el título que lleva, redobla la apuesta y aborda el tema del amor-desamor y la pérdida del deseo de un matrimonio mayor que debe convivir durante unos dias preparando una mudanza que es el preámbulo de una separación.

El ruido de los ventiladores, el diálogo casi nulo, el calor de un verano probablemente ubicado en el año 2000 que los obliga a pasearse mayormente desnudos casi toda la película, los rincones de la casa y los objetos que comienzan a acumularse y que no son vistos sino por el espectador, transforman al espacio casa en símbolo de esa relación, cargada de cosas y de recuerdos que habrá que desechar.

Un cartel de “Se vende” invade ese espacio con una urgencia violenta y a Mabel y Jorge en medio de los preparativos comienzan a despedirse y los atraviesa un dolor que el film sabe transmitir y lo hace con inteligencia, poesía y sensibilidad.

Celebramos el pasaje de Lairana, actriz ya de larga trayectoria, del corto al largometraje, lugar donde seguramente se quedará por largo tiempo.

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Alejandra Portela

Licenciada en Artes de la Universidad de Buenos Aires. Decana de la Facultad de Artes de UMSA. Directora de Leedor.com. Forma parte de Fundacion Cineteca Vida.